Capítulo 4: Una segunda oportunidad

[Lola] 

—¡Desastre! ¡Un verdadero desastre! — le digo efusivamente a Gigi mientras acomoda las flores en la mesa. 

—¿De plano? ¿Así de oxidada en las citas estás? — me pregunta. 

Suspiro y comienzo a contar los ramos que se pondrán a lo largo del pasillo de la iglesia —Soy una mala persona, soy una pésima persona, por eso tengo tantos malos amores, tantas relaciones tóxicas, porque cuando en verdad llega alguien bueno, lo ahuyento. Me burle de que hacía pasteles — le digo y Gigi se ríe. 

—Ay mi cielo, si eso es bueno… los dedos de los pasteleros son fuertes, si así amasan la masa imagínate en otros lados — y me cierra un ojo. 

—¿Puedes dejar de hacer todo sexual? Concentrémonos en mi cita desastre — le pido. 

—¡Ay Lola! ¿Pues que quieres que te diga? ¿Que vayas a casa de “Meh” y te vengues? O que busques a este chico Martín y le ruegues…vamos mujer, supéralo. Además, lo que te diga eres necia ¿cuántas veces no te dije que a “Meh” se le hacia agua la canoa… te lo dije yo ¡Certify Gay! Pero insististe.— 

—Nunca me dijiste que era gay — me defiendo. 

—Pero lo que se ve no se juzga y tu amiga, estabas ciega… y ¿quién no? ¿Eran sus hermosos ojos verdes que irradiaban luz? ¿Sus brazos? ¿Su pecho? — y se muerde el labio. 

Dejo los documentos sobre le mesa y saco las tijeras para arreglar un ramo — bueno, para todo esto, he decidido retirarme de este negocio del amor para siempre ¡Para siempre! No creo en el amor, ni en todo eso de amor a primera vista y todo lo que las películas nos han enseñando.

—Wow, para ser una Wedding Planner eres bastante amargada amiga mía — me contesta Gigi. 

—La vida me ha hecho amargada, así que ahora tomaré mi trabajo como si estuviera organizando una junta ejecutiva o un evento de alguna empresa, porque al final de cuenta el amor es un contrato que se puede cancelar cuando ya no estás cómoda ¿que no?

—Tiene razón tu madre… tus chakras no están alineados.

Le hago cara de pocos amigos y sigo ayudando con los ramos — ¿Señorita Santiago? — escucho a uno de mi staff. 

—Dime. 

—El pastel llegó, quiere saber donde lo pone.

—¡Ah! Si, ayúdale a Gigi con las flores ¿si? — y le doy las tijeras para salir a la entrada del lujoso lugar donde veo a una chica como de unos 18 años con una parte del pastel de 12 pisos. 

—¿Doce? — murmuro. 

—Uno por cada mes de amor —dice la chica — soy Sandra Sabrosa, asistente de Martín? 

—¿Martín? — pregunto y luego camino hacia atrás de la van y lo veo a él sacando uno de los pasteles. Al voltearme a ver se queda de pie sin moverse. 

—¡Oh! No me digas que eres Lola Santiago, la Lola Santiago de ayer… pensé que era tu hermana gemela.

—¿Mi hermana gemela? — pregunto. 

—Sí, la que no arruinó nuestra cita.

—Y tu eres Martín…

—Sabrosa, de Sabrosa Repostería ¿conveniente no? — y alza la ceja simpático. 

—Nunca había escuchado de ti, y eso que tengo la lista de todos los pasteleros de la ciudad.

—Soy nuevo — murmura y me sonríe provocando que me ponga nerviosa. 

—¿Qué haces aquí? — pregunto estúpidamente . 

—Me gusta pasear pasteles por bodas, ya sabes, ofreciendo mis servicios, pongo una mesa afuera de las bodas y doy muestras de mis pasteles y volantes que dicen que si me vieron en una boda obtienen un 10% de descuento — me dice y yo rio pero paro la risa que estoy a punto de sacar. 

Él sonríe y sus hermosos ojos azules brillan — ese chiste lo tenía guardado para ayer en la noche, pero bueno…

—Sólo basta con que me digas que eres el que traes el pastel y ya — le digo. 

—Es algo aburrido ¿no crees? Además tiene salgo con los pasteleros, así que…

Llamo a un chico de mi staff para que le ayude con el pastel y le pido que llame a dos más para que le ayuden. Cuando ellos se van nos volvemos a quedad solos — ¿Cómo va tu labio? — me pregunta.

—Bien, gracias, sólo fue algo superficial. Gracias por preguntar.

—De nada.— 

El silencio vuelve y sé que es incómodo porque la verdad no tenía planeado volver a verlo, y al parecer él tampoco. Observo mejor a Martí, me doy cuenta que además de los ojos azules es bastante algo, mide como 1.80 metros, no tiene mal cuerpo y su voz es muy bonita, bastante para mi parecer. Viste unos pantalones de mezclilla de color azules y una playera blanca que se pega a su cuerpo y puedo ver que está ligeramente marcado. 

—Lo siento por lo de anoche — le comento — no sé que me pasó, y prácticamente tú recibiste toda mi furia — le explico. 

— Está bien, ya te dije que no importa — contesta y cuando regresa otra vez el chico del staff le da lo que falta del pastel.

—No, es que si importa, lo siento si me burle de tí, que no era mi intensión, no hay tiene nada de malo con que seas pastelero, incluso no tienes nada de malo, ni eso… la verdad es que, me siento terrible de estar en tu top uno de peores citas que haz tenido.

—No te sientas mal, eras la pionera… eso es bueno, haz establecido las reglas de lo que no hay que hacer en una cita— y yo me río. 

De pronto me doy cuenta que debía haberle dado una oportunidad a Martín, el tiempo que llevamos platicando me ha sido agradable. Él me sonríe mientras lo veo a los ojos. 

—Bueno Martín — digo y el cierra la puerta de atrás de la van y veo que su asistente se acerca a nosotros — fue un gusto conocerte y disculparme por lo de ayer… no era mi intención.

—O.K — responde. 

Me doy la vuelta y comienzo a caminar —¿Es en serio? — escucho su voz. 

Volteo y veo qué el se acerca a mi — ¿En serio qué? — pregunto. 

—Ahi va quedar todo… ¿en esa conversación?

—Pues, me disculpé y ya… ¿quieres que haga algo más? Porque tengo el tiempo medido y mi agenda no me permite pasar…

—Shhhhhhh — me hace y atrevidamente me pone el dedo sobre los labios — relájate, no te estoy pidiendo que me pidas disculpas públicas en twitter o mandes un comunicado.

—¿Entonces? — pregunto. 

—Pues… No sé ¿qué me ofreces? — me dice coqueto. 

—¿Te ofrezco?

Martín se cruza los brazos a la altura del pecho y me sonríe. Me percato que se le hacen unos hoyuelos en las mejillas que la enmarcan de una manera muy sexy y vuelvo a ponerme nerviosa y odio eso. 

—Pues… — vuelvo a decir y él mueve la cabeza asintiendo —¿quieres salir algún día a…?

—¿A…? — dice Martín alentándome. 

—A tomar una copa — terminado la frase. 

—Wow, en verdad sufres ¿cierto? — y yo hago una mueca simulando una sonrisa — sí Lola, me encantaría salir contigo a tomar una copa, que se convertirá en cerveza porque eso de las copas de vino no es lo mío.

—O.K, entonces tenemos una cita…digo… o lo que sea que quieras tener, sin presión alguna — comento nerviosa. 

—¿Ya acabaste? — me pregunta.

—Sí, creo que sí — contesto tratando de no sonreír. 

—O.K — y saca su cartera y una tarjeta — ese es mi teléfono, cuando te sientas lista y tengas un hueco en tu apretada agenda me llamas y veré si yo tengo cupo en la mía ¿te parece? — y me guiñe. 

—Me parece —contesto con una ligera sonrisa. 

—Trata de no llevar tacones, no quiero que pasen más accidentes en nuestro siguiente “evento ” — y yo me río por fin. 

Martín se voltea para regresar a la van y luego voltea a verme — deberías sonreír más, te ves bonita — me comenta y yo siento como el color rojo me sube por las mejillas. 

—Suerte con la muestra gratis de pastel en otras bodas — le contesto y él alza la ceja y sonríe. 

—Gracias, por eso la próxima vez que vayas mi pastelería te daré un 10% de descuento en cupcakes… me salen muy ricos — y después de cerrarme un ojo se voltea y se sube a la camioneta. 

—¡Yo diría que a ese hombre le sale todo muy rico! — escucho la voz de Gigi atrás de mi y salto asustada. 

—¿Cuánto tiempo llevas ahí? ¿Qué no deberías estar con las flores? — le pregunto avergonzada. 

—Lo suficiente como para escuchar lo que debía necesitar… ese hombre le hace honor a su apellido — me dice — Mmmmm… ¿Crees que tenga una buena baguette?

—¡Basta! — digo regresando a trabajar. 

—¿¡Qué!? Yo estoy hablando del pan… — me contesta Gigi. 

—Aja… — respondo. 

—¿Crees que le salgan sabrosos los rellenos de crema pastelera? — continua. 

—¡Ya! ¡Basta! Comportate —digo eso tratando de no reírme. 

—¡Ay Lola! ¡Qué tiene! Ese hombre esta buenísimo y para tu tranquilidad mi gaydar no detecta nada.. nada de nada… no como con el “Meh” que en seguida me llego la señal.

—Podemos parar de hablar de Meh y de Martín, sólo quiero trabajar.

—¿Cuándo lo llamarás? ¿Hoy por la noche? ¿Mañana? Estoy interesado en saber como saben esos cupcakes.

—No sé, no sé si lo voy a llamar — le digo y él me ve sorprendido. 

—¿En serio? Dejarás pasar la oportunidad ? ¿Estás loca? ¡No te entiendo Lola! Hace rato llorabas por Meh y hoy ese chico cuyo apellido le hace honor, y que se nota que le agradas, te hace reír y todo eso… y ¿No lo llamarás?

—Es que… — y respiro. 

—No chica, este no se nos va — y me arrebata la tarjeta de Martín. 

—¿Qué haces? — pregunto mientras trato de quitarle la tarjeta de la mano. 

—Haciendo que esto funcione, no nos vas arruinar un 10% gratis en cupcakes — bromea y sacar su celular y le marca.

—¡No! Gigi… ¡no! ¡No te atrevas! — le digo firme. 

—Sí, bueno — habla él — soy el asistente de la señorita Lola Santiago, me pidió de favor que si le puede llamar al siguiente número de inmediato — y comienza a dar mi número telefónico — gracias.

—¡Qué haces! — le vuelvo a decir. 

De pronto mi celular suena y aunque no tengo el número registrado sé que no es él — Andale mamita, contéstale a este bombón — y yo tomo mi celular enojada y lo contesto. 

—Diga — hablo con la voz tranquila. 

—¿Lola? ¿Todo bien? ¿Algo le pasó al pastel? — me pregunta. 

Gigi mueve las manos pidiéndome que continue y le pregunte sobre la cita. Le hago caras y él insiste — No, no… todo bien con el pastel, no ha pasado nada… es que.. estaba pensando y pensando estaba — y Gigi me ve con cara de pocos amigos — pensaba si quieres ir al Bar del Centro mañana por la noche… ya sabes, al Bar del Centro.. por la cita, no cita — y Gigi se da un golpe en la frente al escucharme hablar. 

Martín se ríe — Claro que si Lola Santiago, ahí estaré… mañana no reparto muestras gratis de pastele en otras bodas, es mi día de descanso — y yo me sonrojo mientras sonrío ligeramente. 

—Muy bien entonces estaré ahí, porque tú estarás ahí…

—Y ahí estaremos — dice él. 

«Dios ¿Por qué soy tan mala en esto? » pienso. 

Me quedo en silencio con el teléfono en la mano — ¿Algo más que quieras decirme? — me pregunta Martín. 

—No, no, todo bien… todo fine, todo cool — y Gigi hace la señal de dispares en la cabeza. 

—Muy bien, entonces si no hay más te voy a colgar ¿está bien? — pregunta Martín. 

—Sí, muy bien… — y escucho cuando cuelga el teléfono. 

Gigi me ve y alza la ceja — Gurl…. Te urgen clases de ligue — me comenta y luego se da la vuelta para regresar a trabajar. 

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